Trump acepta reunirse con el líder de Corea del Norte

El escenario más explosivo del planeta ha cambiado radicalmente este jueves. Hace tres meses Kim Jong-un y Donald Trump se insultaban y amenazaban con el holocausto nuclear; hoy van camino de sentarse en una mesa de negociación.

Según publicó el periódico El País en su sitio web,  el presidente de Estados Unidos ha aceptado la inesperada invitación del líder de Corea del Norte para reunirse cara a cara «en el lugar y tiempo que se determine».

La petición fue entregada este jueves por un emisario surcoreano que el martes pasado se reunió en Pyongyang con el mismo Kim Jong-un. En la misiva, el Líder Supremo ofrece la desnuclearización del país y frenar las pruebas nucleares y balísticas. Jamás ha habido un encuentro directo entre los mandatarios de ambas naciones.

El anuncio fue realizado por el enviado surcoreano en la propia Casa Blanca. Trump calentó la intervención señalando que iba a ser «muy importante» aunque no dio mayores especificaciones. Cuando el legado surcoreano habló, hizo temblar a Estados Unidos. No solo sacó a la luz la invitación, sino que Trump la había aceptado y que el encuentro estaba previsto para mayo. “Somos optimistas con este proceso diplomático y esperamos que no se produzcan los errores del pasado”, afirmó el legado.

La materialización de una negociación directa entre Estados Unidos y Corea del Norte supone un paso histórico. Representa un triunfo de la presión ejercida contra Pyongyang en los últimos meses, pero también del inmenso poder que puede ejercer el eje Pekín-Washington.

En su estrategia para frenar la carrera armamentística de Pyongyang, la Casa Blanca ha blandido su poderío militar y exhibido una asperísima retórica prebélica. A ello ha sumado una escalada sancionadora en la que el apoyo de China, que absorbe el 90% de las exportaciones de Corea del Norte, ha resultado determinante.

Efecto de este cerco combinado, que ha desgastado profundamente al régimen norcoreano, ha sido la búsqueda de una válvula de escape por parte de Kim Jong-un. No solo se ha lanzado a un diálogo directo con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, que se celebrará en abril en la zona desmilitarizada, sino que ahora ha ofrecido y logrado una reunión cara a cara con su archienemigo estadounidense. Y al cesto ha añadido la perla más buscada: abandonar las pruebas nucleares y balísticas a cambio de la supervivencia del régimen. Justo lo que exigía Washington.

La posibilidad de que el diálogo fructifere es compleja, pero no imposible. China apoya plenamente el diálogo y el propio Trump se ha mostrado en otras ocasiones dispuesto a este cara a cara. En este sentido, más allá de los insultos y de las demostraciones de fuerza, Washington siempre ha mantenido abierta la puerta del diálogo.

En diciembre pasado, el secretario de Estado, Rex Tillerson, incluso abandonó la exigencia estadounidense de que Pyongyang renunciase al arsenal nuclear y únicamente pidió un “periodo de calma” para sentarse a negociar. “No es realista decir que sólo pueden hablar si vienen a la mesa listos para renunciar a su programa. Han invertido demasiado en él […] Estamos dispuestos a hablar con Corea del Norte en el momento que quiera. Estamos dispuestos a una primera reunión sin condiciones previas. Veámonos y hablemos del tiempo si hace falta o de si la mesa debe ser redonda o cuadrada, y luego empecemos a trazar una hoja de ruta”, dijo Tillerson

Las palabras de Tilleron fueron avaladas por el mismo Trump, quien en una conversación con el presidente surcoreano se mostró abierto al diálogo con Pyongyang “en el tiempo apropiado y bajo las circunstancias correctas”. El actual enfriamiento de la tensión propiciado por los Juegos Olímpicos en Corea del Sur, así como la disposición de Kim Jong-un de congelar su programa armamentístico, han acabado abriendo la puerta. Sólo falta que ambos líderes la crucen. (EL PAÍS)