CÁPSULAS SARAPERAS

FRANCISCO TOBÍAS H. 

Se premian a los alumnos

En esta ocasión te platico de un suceso educativo que aconteció en la hermosa ciudad de Saltillo, cuando ya era ciudad, pero no se llamaba Saltillo, es más una parte del Saltillo de hoy era una Villa que tenía por nombre Villalongín y otra la parte que ya era ciudad llevaba el nombre de la dulcísima madre de la patria, Leona Vicario.

Y es que el día 21 de febrero pero del lejano año de 1834, el Secretario General del Supremo Gobierno del Estado de Coahuila, pidió que se informará a los habitantes de Ciudad Leona Vicario, que el Señor Gobernador, quien era mi tocayo Francisco Vidaurrí y Villaseñor, tenía en su poder un tesoro estudiantil, un tesoro del saber que bien merecía la pena ser recompensado.

La autoridad estatal tenía en sus manos las planas de escritura hechas por los niños que asistían a la Escuela Nacional de primeras letras, asombrándose del aprovechamiento, por lo que dispuso que una comisión visitará a los escolapios, Juan Martínez y Encarnación Herrera para entregarles un escudo, es decir dinero.

Además de ello, para los niños Nicolás Solís, Cesário Ibarra, Juan Goribar y Prudencia Rodríguez, se les entregaría dos pesos a cada uno por sus avances.

Tanta fue la euforia que la sociedad de la Ciudad Leona Vicario, que después se llamaría Saltillo y la cual sigue siendo hermosa, participó con la colaboración de pizarras, pizarrines y silabarios.

Esta es una anécdota en la cual la autoridad y la sociedad de Saltillo, bueno de esta hermosa ciudad que se llamaba Leona Vicario, se unieron para reconocer y motivar la educación de los pequeños futuros Saltillenses.